12_Juego de tronos_Eddard II
Me detuve ante el trono y alcé la vista para mirar a Jaime. Tenía la espada dorada cruzada sobre las piernas, con el filo manchado por la sangre de un rey. Mis hombres fueron entrando detrás de mí. Los hombres de los Lannister retrocedieron. No llegué a decir ni una palabra. Lo miré fijamente en su trono, y aguardé. Por último, Jaime se echó a reír, se levantó y se quitó el yelmo.
»—No temas, Stark, únicamente se lo estaba calentando a nuestro amigo Robert —me dijo—. Lamento comunicarte que, como asiento, no es muy cómodo.
El rey soltó una carcajada que sonó como un rugido. El ruido sobresaltó a una bandada de cuervos, que salieron volando de entre la hierba y batieron las alas en el aire, enloquecidos.
—¿Crees que debo desconfiar de Lannister porque se sentó un rato en mi trono? —Las carcajadas sacudían su cuerpo—. Jaime tenía diecisiete años, Ned, era poco más que un niño.
—Niño u hombre, no tenía derecho a ese trono.
—Puede que estuviera cansado —sugirió Robert—.
Juego de tronos
Eddard. II
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