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Mostrando entradas de febrero, 2023

24__Juego de tronos_Bran IV

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  —Tengo un regalo para ti —dijo el enano a Bran—. ¿Te gustaría cabalgar, chico?   —El niño ha perdido el uso de las piernas, mi señor —se adelantó el maestre Luwin—. No puede montar a caballo.   —Tonterías —replicó Lannister—. Con el caballo correcto y la silla adecuada, hasta un tullido puede cabalgar.   —¡Yo no soy un tullido! —La palabra había sido como una puñalada en el corazón de Bran. Sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas incontenibles.   —Entonces yo no soy un enano —dijo el enano con una mueca—. Mi padre se alegrará mucho cuando se entere.   Greyjoy soltó una carcajada. El maestre Luwin se echó a reír.   —¿A qué clase de caballo y silla os referís? —preguntó Luwin.   —A un caballo inteligente —replicó Lannister—. El chico no puede darle órdenes con las piernas, así que hay que adaptar el caballo al jinete, enseñarle a que responda a las riendas, a la voz. Yo optaría por un potro de un año que esté sin entrenar, así no habrá que hacerle olvidar unas cos

23_Juego de tronos_Daenerys III

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    —Ya no quedan dragones, khaleesi —dijo Irri.   —Murieron todos —corroboró Jhiqui—. Hace ya mucho, mucho tiempo. Viserys le había dicho que los últimos dragones targaryanos habían muerto hacía un siglo y medio, durante el reinado de Aegon III, al que llamaban el Veneno de Dragón. A Dany no le parecía tanto tiempo.   —¿En todas partes? —preguntó decepcionada—. ¿Incluso en oriente?   La magia había muerto en occidente cuando cayó la Maldición sobre Valyria y las Tierras del Largo Verano, y ni el acero fraguado con hechizos, ni los bardos de tormentas, ni los dragones pudieron recuperarla, pero Dany siempre había oído decir que en oriente las cosas eran de otra manera. Según las leyendas, en las islas del mar de Jade había manticoras, los basiliscos infestaban las selvas de Yi Ti, y los recitadores de hechizos, los brujos y los aeromantes practicaban sus artes abiertamente en Asshai, mientras que en lo más oscuro de la noche los portadores de sombras y los magos de sangre

22_Juego de tronos_Arya II

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  Hemos venido a un lugar muy peligroso, hija. Esto no es Invernalia. Tenemos enemigos que no nos quieren bien. No podemos permitirnos pelear entre nosotros. Tu testarudez, tus escapadas, las palabras bruscas, la desobediencia... En casa no eran más que los juegos veraniegos de una niña. Pero aquí y ahora, con el invierno tan cerca, las cosas cambian. Es hora de que empieces a crecer.   —Lo haré —juró Arya. Nunca lo había querido tanto como en aquel momento—. Yo también puedo ser fuerte. Puedo ser tan fuerte como Robb.   —Toma —dijo él tendiéndole la empuñadura de Aguja después de cogerla por la punta. Ella miró la espada con ojos maravillados. Por un momento le dio miedo tocarla, como si al tender la mano hacia ella fueran a arrebatársela de nuevo—. Venga, es tuya —insistió su padre.   —¿Me la puedo quedar? —dijo cogiéndola—. ¿Para siempre?   —Para siempre . —Sonrió—. Si me la llevara, no me cabe duda de que antes de quince días encontraría una maza debajo de tu

21_Juego de tronos_Tyrion III

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        Allí los árboles crecían inmensos, y no era de extrañar que la Guardia de la Noche llamara a aquella espesura el Bosque Encantado.   Allí de pie, observando aquella oscuridad en la que no ardía hoguera alguna, a merced del viento y sintiendo el frío como una lanza en las entrañas, Tyrion Lannister pensó que casi podía creer los rumores sobre los Otros, el enemigo en la noche. Sus bromas sobre grumkins y snarks ya no le parecían tan divertidas.   —Mi tío está ahí afuera —dijo Jon Nieve en voz baja; se apoyó en la lanza y escudriñó la oscuridad—. La primera noche que me enviaron aquí, pensé: «Ahora vendrá el tío Benjen, seré el primero en verlo y haré sonar el cuerno». Pero no vino. Ni esa noche ni ninguna otra.   —Dale tiempo —dijo Tyrion.   Mucho más al norte un lobo empezó a aullar. Otro se unió a su llamada, y otro más. Fantasma inclinó la cabeza y escuchó. El muchacho le puso la mano encima.   —Si no vuelve, Fantasma y yo iremos a buscarlo —prometió Jon.   Jueg

20_Juego de tronos_Eddard IV

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    Junto a la puerta, colgada de una cadena pesada, había una lámpara de aceite muy recargada. El globo que la cubría era de cristal rojo. Ned Stark desmontó hecho una furia.   —Un burdel —dijo al tiempo que agarraba a Meñique por el hombro y lo obligaba a girarse—. Me habéis hecho recorrer todo este camino para traerme a un burdel.   —Vuestra esposa está dentro —dijo Meñique.   —Brandon fue demasiado bueno contigo . —Aquello había sido el insulto definitivo. Estampó al hombrecillo contra la pared, sacó la daga y le puso la punta en la barbilla. —¡No, mi señor! —exclamó una voz apremiante—. Dice la verdad.   Ned se dio la vuelta, con el cuchillo en la mano, y vio a un anciano de pelo cano que corría hacia ellos. Iba vestido con ropas bastas y la papada le temblaba al correr.   —No te metas donde no te llaman —empezó Ned; entonces, de pronto, lo reconoció. Bajó la daga, atónito—. ¿Ser Rodrik?   Juego de tronos Eddard. IV