62_Juego de tronos_Tyrion VIII
—¿Te ha sorprendido, padre? —preguntó—. ¿Te ha descabalado los planes? Porque se suponía que iban a matarnos a todos, ¿no?
—Es cierto, situé a la izquierda a los hombres menos disciplinados. —Lord Tywin apuró la copa, con rostro inexpresivo—. Había previsto que no resistirían. Robb Stark no es más que un crío inexperto, con más valor que inteligencia. Tenía la esperanza de que, si veía derrumbarse el flanco izquierdo, intentaría atacar por ahí para derrotarnos. Las picas de Ser Kevan lo rodearían, lo atacarían y lo acorralarían contra el río mientras llegaba yo con la retaguardia.
—Y te pareció que lo mejor era colocarme en medio de esa carnicería, sin hacerme partícipe de tus planes.
—Una flaqueza fingida resulta menos convincente —replicó su padre—. Y no acostumbro a comunicar mis planes a hombres que se relacionan con salvajes y mercenarios.
—Lástima que mis salvajes te estropearan el baile. —Tyrion se quitó el guantelete de acero y lo dejó caer al suelo. El dolor que le recorrió el brazo le retorció el rostro.
—El chico Stark ha resultado muy cauteloso para su edad —admitió Lord Tywin—. Pero una victoria es una victoria. Parece que estás herido.
—Eres muy perspicaz, padre —dijo Tyrion con los dientes apretados. Tenía el brazo derecho empapado de sangre—. ¿Te importaría que me atendiera uno de tus maestres? A menos que quieras tener un hijo enano y manco...
Juego de tronos
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