19_Choque de reyes_ Arya V.
El olor se fue haciendo más fuerte a medida que se acercaba al pueblo. No era olor a pescado podrido. Era un hedor más rancio, más nauseabundo. Arrugó la nariz.
Cuando los árboles empezaron a escasear, fue deslizándose de arbusto en arbusto, silenciosa como una sombra. Cada pocos pasos se detenía a escuchar. La tercera vez oyó ruido de caballos y también la voz de un hombre. El olor era cada vez peor.
«Huele a hombres muertos, eso es.» Conocía ese olor; era el que desprendían Yoren y los demás.
Al sur de la aldea crecía un denso zarzal. Cuando llegó junto a él, las largas sombras del ocaso empezaban a desaparecer, y salían las primeras luciérnagas. Por encima del zarzal se veían los tejados de paja. Reptó por el suelo hasta encontrar un hueco y se deslizó por él, arrastrándose sobre el vientre, bien oculta hasta que vio de dónde procedía el olor.
Junto a las tranquilas aguas del Ojo de Dioses se había alzado un largo patíbulo de madera verde...
Choque de reyes
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